Mauricio López Oropeza, director del centro de redes y programas del Celam, ha hecho una evaluación de esta primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, y expresa que lo esencial no ha sido saber cuánto se cumplió en cantidad, sino preguntarnos ¿cómo fuimos transformados por la experiencia del encuentro?
Es así como esta asamblea se convirtió en un mecanismo de escucha para quienes están ahí como “presencia encarnada, viva y concreta, ellos-as quienes nos ayuda a comprender cómo responder a los gritos de la realidad en la que ellos-as están inmersos” opina Mauricio.
Asimismo, la experiencia vivida producto del encuentro en la Asamblea permitió reavivar la esperanza y poner la atención en lo que es importante en este tiempo para nuestra Iglesia. Sin duda, la asamblea fue y es, un espacio amplio de escucha, que señala el camino a seguir, así lo expresa Mauricio López “el camino es la experiencia”.
Este encuentro de Iglesia sinodal vivido en el continente, estuvo marcado desde su metodología por las voces de todo el pueblo de Dios, es así como, en palabras de López “ese pueblo de Dios dejó de ser un sujeto pasajero que nos inspira, a que sus voces sean incorporadas en los procesos de escucha que han configurado nuestros documentos”.