Itinerario espiritual
Todo inicio de camino, toda meta, toda construcción comunitaria y sinodal, requiere
estar acompañada de un itinerario espiritual que anime los pasos al viento del
Espíritu, el cual sopla donde quiere y cuando quiere, inspirando el andar.
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La Asamblea Eclesial que celebraremos, quiere ser expresión de la vida de nuestros pueblos: para que nuestra casa común sea un continente de la esperanza, del amor, de la vida y de la paz (DA 536). Y por ello requiere que la comunión de vida y oración que gestemos durante este tiempo de preparación, bajo el impulso del Espíritu, impregne y motive todas las áreas de nuestra existencia, configure la vocación específica de cada una/o, y nos ayude a desarrollar la espiritualidad que nos es propia.
Para que nuestra casa común sea un continente de la esperanza, del amor, de la vida y de la paz (DA 536).
Cada una de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio concreto de las tareas concretas que tenemos entre manos.
Así, la vida en el Espíritu no nos cierra en una intimidad cómoda, autoreferencial, sino que nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el servicio misionero.
En definitiva, nos vuelve comprometidas/os con los reclamos de la realidad y capaces de encontrarle un profundo significado a todo lo que nos toca hacer por la Iglesia y por el mundo (Cfr DA 284-285).
Estamos invitadas/os a vivir una profunda espiritualidad encarnada.
Aprovechando esta oportunidad de dejarnos mover y provocar por un renovado impulso y ardor misionero, las/os invitamos a través de los subsidios de oración que presentaremos, a aprender a expresar en el trabajo, en el diálogo, en el servicio, en la misión cotidiana, en la familia y en las comunidades de pertenencia, la vida de cuanto oramos.
Sea un espacio de encuentro con Dios y nuestros pueblos, para que en ÉL tengamos VIDA.