Dimensión espiritual, litúrgica y sacramental: encarnada, más teologal, reconociendo a Dios en lo humano

A un año de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, los encuentros orientados por quienes vivieron esta experiencia, invitan a retomar sus contenidos planteando diversos retos para el trabajo pastoral de la Iglesia en el continente.

Este 25 de noviembre se analizó la dimensión espiritual, litúrgica y sacramental con miras a la apropiación del texto que aborda las reflexiones y propuestas pastorales que emergen de la Asamblea Eclesial y que el pasado 31 de octubre se entregó al Papa Francisco.

Lo espiritual, litúrgico y sacramental son tres elementos fundamentales para la vivencia de la fe; de ahí que constituyan una de las seis 6 dimensiones en torno a las cuales fueron agrupados los 231 desafíos pastorales presentados por la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.

Evangelización integral e integradora

Dimensiones que tienen su origen en la renovación propuesta por el Concilio Vaticano II, particularmente por las constituciones Lumen Gentium y Gaudium et Spes que desde lo dogmático y lo pastoral plantean la necesidad de una evangelización integral que abarque a la persona, las comunidades y la obra de la creación. Aspectos que fueron analizados por los consagrados Gloria Liliana Franco y Agenor Brighenti.

La Hna. Gloria Liliana Franco es religiosa de la Orden de la Compañía de María, presidenta de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as (CLAR). Trabajadora social de la Universidad de Antioquia, magister en teología bíblica y candidata al doctorado en teología en la misma Universidad.

Por su parte el teólogo brasileño Agenor Brighenti es miembro del equipo de reflexión teológica del Celam, cuenta con un PhD en Teología de la Universidad de Lovaina en Bélgica, es licenciado en filosofía de la Universidad del Sur de Santa Catarina y especialista en planeamiento y pastoral social de Cebitepal, el centro de formación del Celam, ambos hicieron parte de la Asamblea.

Gracia y fragilidad

El texto de la Asamblea Eclesial hace aportes y plantea líneas de acción para enriquecer la dimensión espiritual, litúrgica y sacramental en el continente por lo que se plantean tres acciones básicas de acción enfocadas hacia el redescubrimiento de los sacramentos, el trabajo por una liturgia inculturada en el contexto actual y la valoración de la religiosidad popular como un lugar de la cultura del encuentro y un espacio de evangelización.

Al respecto los panelistas recordaron que es importante partir de una doble certeza y es que la espiritualidad cristiana tiene un carácter dinámico e histórico.

La dimensión espiritual es constitutiva de la identidad del creyente, por eso, debe traducirse en modos, gestos, opciones, en ese “modo de Jesús” que al convertirse en un estilo se constituye en una manera de estar y ser Iglesia.

“Todos nosotros sabemos que la historia de la Iglesia se construye en el claro oscuro de lo humano, esa confrontación permanente entre la fragilidad y la gracia, esto solo constata que caminar juntos supone conversión, la inmersión exige renovación, adecuación de las formas, las estructuras, el estilo, pero sobre todo es la conversión de las actitudes,” afirmó la Hna. Liliana al explicar que la Asamblea Eclesial no desconoce esta realidad.

De hecho, fue una experiencia que favoreció en su dinámica diversos espacios para buscar el encuentro personal con Jesucristo desde lo celebrativo y lo contemplativo, lo que favoreció la comunión con muchos hermanos en la fe y permitió entender que solo al ritmo del Espíritu y solo en el encuentro con Jesús, surge la transformación que de acuerdo con las propuestas de la Asamblea Eclesial debe dirigirse hacia varios aspectos.

Sacramentos en la realidad

En primer lugar, los consagrados recordaron que existe la necesidad de redescubrir los sacramentos, el proceso del pan partido, el encuentro con los amigos para juntos hacer posible la vida, el lugar solitario que todos necesitamos para orar, la muchedumbre para comprometernos, el templo para que resuene la Palabra y la casa del pecador para hacer posible la misericordia; así como la plaza pública para levantar a la mujer caída y la cena entre amigos para actualizar la fraternidad.

Conscientes de que la Iglesia se hace presente con mayor intensidad en el continente digital tanto como en la vida diaria, esto ha permitido extender y fortalecer su presencia. Por eso propone dos líneas de acción dirigidas a fortalecerla valorando la importancia de la participación regular en la Eucaristía con las comunidades eclesiales, sin dejar de intensificar el uso de los medios virtuales para lograr una participación más amplia y diversificada.

Para ello es importante comprender que los procesos de reforma auténticos solo se logran poniéndonos en relación con el otro y con Dios, porque la conversión a la que aspiramos supone la vivencia de una auténtica sacra mentalidad, una forma de espiritualidad que conducirá a una vida nueva.

Liturgia: rostro y corazón del pueblo

Tomando como punto de partida la afirmación de Agenor Brighenti según la cual la liturgia es el ejercicio de la esperanza esa fuente desde donde recibimos la gracia, tenemos el deber de fructificarla.

Aquí aparece la urgencia de una liturgia inculturada en el contexto actual, que no es otra cosa que ensanchar la tienda, hallar la posibilidad de una nueva mirada contemplativa que de un lado debe ser más teologal, pero también estar más encarnada, capaz de reconocer al Dios que acontece en el territorio de lo humano, esto es una invitación a la plenitud de la relación con el otro, afirmó la presidenta de la CLAR.

El texto propone celebraciones de fe con el rostro y el corazón de nuestros pueblos, esta es una llamada a recuperar el testimonio de la inculturación de las comunidades eclesiales de base como espacios de la vivencia encarnada de la fe y de los sacramentos en el compromiso con los pobres. Como Iglesia, recordaron los panelistas, estamos abocados a la conversión pastoral y esto supone un nuevo modo relacional más contextualizado, más encarnado en la realidad siendo capaces de escuchar y de hacer resonar las distintas voces generando un verdadero diálogo.

En este sentido se habla de tomar iniciativas concretas para crear nuevos ministerios que incluyan a las mujeres, comenzando por favorecer un mayor acceso y participación de ellas en los ya existentes.

Le puede interesar: Dimensión Profética y Formativa: Integral, superadora del clericalismo, desde la opción por los pobres

Piedad popular: un tesoro a proteger

Partiendo de nuestra conciencia como sujetos eclesiales y de la misma dignidad entre hombres y mujeres por causa del bautismo y el sacerdocio común, los consagrados recordaron que el texto plantea la urgencia de  contribuir a la configuración de una Iglesia más sinodal, “echarnos a andar con otros, construir juntos” considerando que el continente está caracterizado por la diversidad, por lo que estamos llamados a contribuir al enriquecimiento de la piedad popular ampliamente valorada en Aparecida o en documentos del Magisterio de la Iglesia como Evangelii gaudium, además porque hace parte de las voces recogidas en la síntesis narrativa y otros momentos de la Asamblea.

Para Agenor Brighenti la práctica de la piedad popular muestra el alma de nuestro pueblo es la expresión de una fe sincera, un tesoro a proteger y promover porque es un lugar de encuentro que, en caso de ser necesario, se le puede aportar para purificar aquello que esté enmarcado en tendencias que no favorezcan el crecimiento espiritual; sin desconocer que los santuarios son lugares significativos para el encuentro con Dios.

Propuestas desafiantes frente a las que si respondemos estaremos enriqueciendo el caminar de la Iglesia para que el reino de Dios se torne más presente a través de la participación y apropiación de las propuestas hechas desde la Asamblea Eclesial.