Conoce el origen de la palabra Sinodalidad

El vocablo griego Synódos expresa el “caminar juntos” de todos y todas en la Iglesia —laicado, vida religiosa, pastores y Obispo de Roma.  San Juan Crisóstomo recordaba que “Sínodo es el nombre de la Iglesia”.

Por eso, la sinodalidad es una dimensión constitutiva que define y cualifica a la Iglesia entera. Sin embargo, aunque la sinodalidad se habilita al caminar juntos, esta sólo se realiza cuando nos reunimos, discernimos y tomamos decisiones en conjunto en razón de nuestra dignidad bautismal.

En este camino, la consulta a todo el Pueblo de Dios es un elemento, pero su razón de ser es aconsejar para tomar decisiones que sean representativas del Pueblo de Dios y vinculantes para la Jerarquía.

Por ello, la sinodalidad supone la conversión del clericalismo, la implementación de prácticas de discernimiento y la recreación de estructuras de gobierno. Todo ello para favorecer la participación y la corresponsabilidad de todos, y renovar el ejercicio del poder y el liderazgo en la Iglesia.

Otras reflexiones

«“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Con estas palabras el Papa Francisco inaugura una nueva etapa en la recepción del Concilio Vaticano II que profundiza la eclesiología del Pueblo de Dios [Capítulo III de Lumen gentium] y llama a la reforma de la Iglesia en clave sinodal.

Esta nueva fase conciliar nos invita a imaginar formas en las que “toda la comunidad, en la libre y rica diversidad de sus miembros, sea convocada para orar, escuchar, analizar, dialogar y aconsejar para que se tomen las decisiones pastorales” (CTI, Sin 68). Incluso, como sostiene Aparecida, “los laicos deben participar del discernimiento, la toma de decisiones,la planificación y la ejecución” (DA 371).

Es una buena ocasión para recordar el clásico principio recogido por Bonifacio VIII: lo que afecta a todos debe ser tratado y aprobado por todos».


Escrito por Rafael Luciani (Venezuela). Laico. Teólogo, profesor del Boston College (EEUU) y Universidad Católica Andrés Bello (Venezuela) y asesor del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam)