Misión Celam conversa con seglares del continente sobre su papel en una Iglesia sinodal y en salida
Predicar el Evangelio, una tarea esencial encomendada a todos los bautizados y bautizadas, porque “mirar al Pueblo de Dios, es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo”, como señaló el papa Francisco en 2016 a obispos y cardenales durante la Asamblea plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, realizada en Roma.
De ahí que el 19 de marzo de 2022 promulgara la nueva Constitución Apostólica sobre la reforma de la Curia romana y su servicio a la Iglesia en el mundo, Praedicate Evangelium, un proceso que nació a la par con el inicio de su pontificado en 2013, y donde cualquier bautizado, en especial los laicos y laicas, podrá ocupar funciones de gobierno y responsabilidades en la Curia.
Sin duda, el Santo Padre no quiere dejar sobre el papel el preponderante rol del laicado en la construcción de una Iglesia sinodal, misionera y en salida. Son gestos concretos. Por ello, apunta: “A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizados laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar”.
Con la reforma de la Curia, que ha entrado en vigor con la Solemnidad de Pentecostés –el domingo, 5 de junio– el Papa apuesta, sin titubear, por la sinodalidad como medio de evangelización y de crear conexiones más fuertes en la vida de la Iglesia. También sustituye a la constitución Pastor bonus, aprobada por san Juan Pablo II en 1988.
Entonces, vuelve al ruedo la premisa de que “todo cristiano es un discípulo misionero”, usada como bandera en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño en Aparecida (2007) para sustentar el aporte de los laicos “por su vida familiar, por su conocimiento de las realidades sociales y por su fe, que les lleva a descubrir los caminos de Dios en el mundo, y les permite hacer contribuciones válidas, especialmente cuando se trata de promover la familia y respetar los valores de la vida y de la creación, del Evangelio como fermento de las realidades temporales y del discernimiento de los signos de los tiempos”.
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