La Vida Consagrada en el cuidado de la Casa Común en la Asamblea Eclesial

La crisis socioambiental es uno de los desafíos más grandes de nuestro tiempo y sus efectos ya se dejan sentir en todas las latitudes. Es una crisis que cuestiona de fondo nuestro modo de ver el mundo y habitar en él, puesto que es insostenible. El grito de la Tierra y el grito de las y los pobres resuena cada vez más fuerte, exigiéndonos un cambio de rumbo.


Te invitamos a participar del Proceso de Escucha hasta este 30 de agosto ingresando en https://asambleaeclesial.lat/escucha/


Ese grito se dirige también a la Vida Consagrada. Nuestra identidad nos impulsa a ser signo profético del Reino, encarnándonos en cada momento histórico. Corremos el riesgo de ser una Vida Consagrada ahistórica si no respondemos al clamor de la Tierra y de los pobres. Muchos institutos ya han emprendido un bello camino de conversión ecológica.

Hacia una mirada nueva

La Vida Consagrada está llamada a vivir proféticamente desde una nueva mirada sobre el mundo, especialmente en esta Asamblea Eclesial. Una mirada que rechaza el dominio egoísta. Una mirada que descubre la hermosura de nuestra Casa Común, apreciando el valor y el mensaje que toda forma de vida expresa. Una mirada encantada de la belleza de la creación.

Esa nueva mirada nos recuerda la estrecha relación entre el seguimiento de Jesús y el cuidado amoroso de nuestra Casa Común, y nos capacita para asumir un estilo de vida sencillo y alegre -una sobriedad feliz- que desafíe la lógica del consumo devorador. Un estilo de vida solidario que defienda un planeta habitable para todas las criaturas. Un estilo de vida capaz de compartir el don de la amistad con todos los seres de la Casa Común.

La Vida Consagrada puede ser capaz de construir nuevas relaciones de aliento y protección de la vida sumándose a las acciones colectivas de cuidado de las comunidades y sus territorios, sumándose a las demandas por ciudades justas y sostenibles, promoviendo políticas institucionales para reducir el impacto ambiental y defendiendo los derechos de las generaciones futuras.

En fin, la Vida Consagrada puede cultivar una espiritualidad eco-comunitaria, que ofrezca una alternativa a la Iglesia y a la sociedad para asegurar un futuro ecológicamente sustentable y socialmente justo.


Escrito por Daniel Castellanos Velasco (México), religioso Misionero del Espíritu Santo. Consultor espiritual en el Movimiento Laudato Si’.