Los Movimientos Laicales tales como los conocemos hoy han nacido en el último siglo. Son una novedad en la Iglesia y una experiencia esperanzadora. Encarnan muchas posibilidades en una Iglesia que necesita a gritos incorporar a los laicos como agentes plenos de evangelización.
Desde la JOC y Pax Romana, se formaron comunidades de laicos en diversos ámbitos (trabajadores, jóvenes, intelectuales y profesionales, educadores). Se formaron en Revisión de Vida con el método del ver, juzgar y actuar. Parten de su realidad para discernir en ella los signos de los tiempos y trabajar en consecuencia por un mundo más acorde con el Reino. Este método es un aporte a la Iglesia universal.
De similar modo, muchas congregaciones religiosas formaron a laicos en su espiritualidad de acuerdo a su propio carisma. Actualmente existen muchas comunidades laicas que han asimilado estos diversos carismas. A veces la congregación originaria ya no tiene miembros religiosos, pero sí laicos comprometidos con su espiritualidad.
Falta integrar y reconocer
La Iglesia sigue funcionando sobre la base territorial: diócesis y parroquia. En esta estructura los movimientos no tienen fácil cabida. Su participación y aún reconocimiento depende de la opinión e interés del obispo o párroco del lugar. Algunos obispos apoyan exclusivamente a movimientos nuevos, de su agrado. El reconocimiento internacional de un movimiento no garantiza su reconocimiento local.
Ante esta situación, diversos movimientos del Perú comprometidos con la opción preferencial por lo pobres, nos venimos reuniendo regularmente desde 15 años como Mesa de Movimientos Laicales. Hemos generado así una importante comunidad de reflexión, desarrollo espiritual y coordinación por una Iglesia en salida como la que nos propone el papa Francisco.
Estamos ahora trabajando con la Comisión de jóvenes y laicos de la Conferencia Episcopal Peruana. Se ha creado ahí un prometedor espacio de diálogo en el que compartir entre representantes de los diversos movimientos.
Hacia la Asamblea Eclesial
La Asamblea Eclesial Latinoamericana es para nosotros un enorme signo de esperanza. Nuestros movimientos y comunidades están participando en el “escucha” con mucha expectativa.
Nos preocupan noticias de que los movimientos laicales no estaríamos debidamente representados en la Asamblea. Si fuera así se estaría dejando de lado una experiencia acumulada importante. Nos duele ser ignorados, no asumidos por nuestra Iglesia. Hay demasiados indicios de que el viejo clericalismo sigue prevaleciendo.
Nuestra Iglesia está pasando por una grave crisis. Permítannos estar presentes ahí donde se debatirá sobre su futuro. Y los movimientos laicales somos parte de ese futuro. Tenemos derecho a estar ahí.