Aparecida es una ciudad ubicada en el interior del estado de São Paulo, en ella se encuentra la Basílica de Nuestra Señora de Aparecida, siendo ésta la segunda más grande del mundo después de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Este fue el lugar adecuado para la V Conferencia General del Episcopado, realizada en 2007 y que marcó un hito en la historia de la Iglesia. Son muchas las conclusiones que dejó este encuentro del episcopado, pero en esta oportunidad te presentamos cinco de las más importantes para leer y analizar:
1.- Fue convocada por el Papa Juan Pablo II y concretada por el Papa emérito Benedicto XVI
La organizó el Consejo Episcopal Latinoamericano Celam, con la orientación de la Pontificia Comisión para América Latina. Anterior al encuentro fue aprobado el reglamento el 8 de abril de 2006.
2.- Su sede fue Aparecida Brasil, del 13 al 31 de mayo de 2007
Del 13 al 31 de mayo de 2007, se realizó la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, inaugurada con la presencia y la palabra del Santo Padre Benedicto XVI.
En un ambiente de ferviente oración, fraternidad y comunión afectiva, se buscó dar continuidad al camino de renovación recorrido por la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II y en las anteriores cuatro Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
3.- Benedicto XVI inauguró esta conferencia
Bajo el lema: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida <<Yo soy el camino, la verdad y la vida>> (Jn 16,4)”
El 13 de mayo de 2007, a los pies de la Santísima Virgen Nuestra Señora Aparecida, en Brasil, Benedicto XVI inauguró con gran gozo la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
Era la primera vez que el Papa Benedicto XVI visitaba Sudamérica y en su discurso resaltó la notable madurez en la fe de muchos laicos y laicas activos y entregados al Señor, la presencia de muchos catequistas, de tantos jóvenes, de nuevos movimientos eclesiales y de recientes Institutos de vida consagrada.
4.- El objetivo principal fue lograr una renovación profunda
El Documento de Aparecida nos recuerda que el Espíritu nos habla a través de los ‘signos de los tiempos’ y “nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos a su misterio de salvación para que seamos hijos suyos y hermanos unos de otros; nos identifica con Jesús-Verdad, enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias ambiciones, y nos identifica con Jesús-Vida, permitiéndonos abrazar su plan de amor y entregarnos para que otros tengan vida en Él” (ibíd., n.137).
Es así como los seguidores de Jesús debemos dejarnos guiar por el Espíritu y “hacer propia la pasión por el Padre y el Reino: anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor (cfr. Lc 4,18-19)” (ibíd., n.152).
Vivir la espiritualidad del seguimiento de Jesús a la luz del Documento de Aparecida exige entrar en la dinámica del Buen Samaritano para acercarnos a los que sufren; para generar una sociedad sin excluidos acogiendo a los pequeños y a los pobres y buscando la liberación integral de todos (cfr. ibíd., n.135).
5.- Sigue siendo un estímulo para la Iglesia de América Latina y el Caribe
Como lo dijimos anteriormente el Espíritu es el centro de la vida cristiana, entonces la acción es parte también de éste. En este sentido uno de los desafíos que se presentan a los creyentes es cómo ser Testigos de la resurrección y anunciar la Buena Noticia.
Aparecida nos muestra que la primera exigencia para la misión evangelizadora es la de la renovación de la vida, porque el testimonio es el primer elemento, además es esencial para el anuncio de la Buena Nueva. Esto exige un examen continuo a nivel personal y comunitario a la luz del Evangelio para así, ir apartando obstáculos que no nos permiten ver los frutos de la Evangelización.